Cuando oigo quejas sobre la potencia de las motorizaciones elegidas por AR, siempre me acuerdo del GT y de lo mucho que lamentamos que no lo dotasen del motor diésel de 200 CV… pero también de que ha sido uno de los coches más eficaces que he conducido en los últimos años.
Exigía conducirlo “como es debido”, frenando lo justo y aprovechando su velocidad de paso por curva, pero si se le mostraba el debido respeto era capaz de comerse vivos a competidores con el doble de potencia.
Nos hemos convertido en conductores un poco vagos porque la caballería permite ir rápido acelerando en las rectas y frenando en las curvas… pero eso no es una conducción deportiva, al menos para los que aprendimos a conducir pensando que un coche con 100 CV era un bicharraco.
Pocos coches hay más satisfactorios para conducir por las carreteras del Norte que mi GT 1300 Junior, con poco más de 90 CV y apenas 1.000 kg de peso.