Una ola de calor, que supongo estará objetivada con parámetros de temperatura y duración, no a criterio de 'chica del tiempo', es una emergencia sanitaria, en mi opinión no menor que el COVID. Creo que su gravedad trasciende la autorregulación que puedan hacer empresas y trabajadores con los convenios. Considero que muchas actividades, p.e. el.comercio no esencial, debe cerrar en las horas de más calor. Igual que todas las dependencias administrativas, que muchas de ellas, al menos en Madrid, permanecen abiertas sin prácticamente funcionarios.En realidad ya se hace en muchos sectores, y eso no depende del gobierno directamente sino de los convenios colectivos a partir de una legislación laboral genérica. Y menos mal, cuando vemos que un intento de regular las temperaturas máximas y minimas de las temperaturas es utilizado para politiquear.
El problema que nos estamos encontrando es que la climatología está cambiando muy rápido, adelantándose y haciendose más fuertes las olas de calor, por lo que los convenios colectivos se ven desactualizados. En los servicios de limpieza de Madrid, por ejemplo, se vieron pillados por sorpresa, y cuando negociaron los nuevos horarios y turnos ya había algún muerto.
O con los retenes de incendios, que aún no habían sido contratados en algunos sitios porque los incendios se habían adelantado casi un mes a las fechas habhabituales